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sábado, septiembre 30, 2006

UNA MIRADA ES SUFICIENTE PARA HABLAR







SERES PANSEXUALES


El sexo distinto triunfa. Nuestra sociedad está hipersexualizada. Es revelador que para vender café, coches, casas, bebidas o jabones… la publicidad apele al sexo. La sexualidad reprimida desde hace uno o dos milenios, se ha desenfrenado, vuelve a transformarse en una obsesión y por la ley del péndulo, puede que en el futuro despierte un puritanismo tanto más estricto cuanto más profundo haya sido el desenfreno. Hay quien piensa que esto no sucede por casualidad, que no es un azar sino una consecuencia casi inevitable de la civilización industrial: viviendo en metrópolis desmesuradas y excesivas, semisecuestrados por el trabajo también desmedido, raramente divertido y todavía raramente elegido. El poco control que cada persona tiene sobre su trabajo es uno de los motivos que proporciona mayor insatisfacción laboral. En este decorado de trabajador recluido (tenemos más compromisos pero menos tiempo), la industria del ocio nos propone la evasión (¿qué hay de interesante sino el otro sexo?), entonces recurrimos al sexo como medio de escaparse del aburrimiento y de la penalidades del trabajo cotidiano.
Pero muy pocos están capacitados para entender el lenguaje de los sentimientos y de las emociones, el amor es vulnerable y delicado. La vieja era patriarcal parece abocada a un callejón sin salida y, sin querer caer en estereotipos, es evidente que los tiempos ya hace mucho que están cambiando y la Nueva Era viene de la mano de otros valores, más integradores, más íntimos y amorosos, un punto de vista diferente, más generoso, más amplio sobre el mundo. Hay una serie de valores asociados a lo femenino que han sido despreciados por los hombres por el simple hecho de ser valores asociados a las mujeres; sin entrar a juzgar si podía ser bueno o no aprender algo de ellos. Mientras que las mujeres si han ido aprendiendo lo mejor de aquello típicamente asociado a los hombres, y que les pudo ser negado en su educación. Es propio de las sociedades típicamente machistas donde, en general, lo femenino es despreciado, donde los valores asociados a roles típicamente masculinos y femeninos se juzgan en términos de fuerza: la mujer es débil y el hombre fuerte. El hombre gana, la mujer a la cocina y a callar. De hecho basta con echar un vistazo a la situación económica y social de los países sudamericanos y árabes (todos ellos, por otro lado, integristas católicos e integristas musulmanes en esencia) para darse cuenta de que la masculinización integrista de la sociedad impide que esta avance. Feminizar es progresar, querer entender otra cosa es mirar a las mujeres con miedo. El miedo que tienen muchos de que se les acabe el chollo de tener una geisha en casa que sólo abra la boca para decir “por favor” y “gracias” y hacer fellatios al macho.
¿Será verdad que un mundo ”femenino” sería tan diferente hasta en las pequeñas cosas? Les aporto otro dato: el 100% de los varios miles de casos denunciados de violencia sexual ejercida contra menores de edad en España, los protagonizaron hombres. Ni un solo caso protagonizado por mujeres. Feminizar el mundo pasaría necesariamente por aprender de ellas lo que significa respetar un niño, por ejemplo. Y es sólo uno de muchos ejemplos, lamentablemente.
Se trata de que nos valoremos como personas, no por ser hombres o mujeres, lo deseable sería que no hubiese discriminación negativa ni positiva. Será con leyes, con educación en el respeto a los demás como se cambie. Casi siempre que se habla de estos temas se suele confundir igualdad con identidad. Podríamos ser iguales, pero nunca idénticos. La confusión también viene de considerar que “sexo” y “género” significan lo mismo, y no es así. “Sexo” es efectivamente la característica biológica que nos hace hombres y mujeres, mientras que “género” es la construcción social que asigna roles diferentes a hombres y a mujeres. En función del género nos enseñan una serie de valores y características, que, al ser aprendidas, podrían serlo por ambos sexos.
Lo ideal sería que se nos educara y socializara de la misma manera… y luego que cada cual desarrollase sus propias características personales, sea del sexo que sea. Que no se nos eduque para forzar nuestras diferencias, que todas las personas ya son diferentes entre sí, que la diferencia personal nos enriquece, pero la desigualdad de género nos empobrece, que cada persona pueda ser como es, con características consideradas tanto femeninas como masculinas, y que eso no le reste derechos, ni respetos, ni valor, que nadie crea que tiene algún derecho sobre la vida y las decisiones personales de otro u otra… La convivencia es sumamente difícil hasta para el más equilibrado, así que una convivencia basada en una obligación o una dependencia es ya una bomba de relojería.
No es buena idea hacer generalizaciones o caer en absolutismos, y evidentemente una feminización del mundo no estaría libre de violencia tampoco. Además la agresividad sigue estando presente en los negocios, en los deportes y es una fuente de estímulo competitivo muy fuerte. En una sociedad machista que se rige por la ley del más fuerte el hombre compite con sus rivales, hombres o mujeres, es su única manera de sobrevivir y dominar. La mujer compite normalmente con otras mujeres por ver quién de las dos cae primero. Si esto no fuese cierto el machismo no se hubiese perpetuado durante siglos. Ya sabemos que malnacidos / o- lo - que -sea- que- sirva- para- los- dos- sexos hay igual en ambos bandos, y que cada cual usa los recursos a su alcance como mejor puede. Hay un tipo de violencia verbal, de maldad continuada, persistente, letal que es patrimonio de la mujer, como la mano larga lo ha sido del hombre. Para llegar a ese odio hay mucho trecho, y en ese kilometraje está el chantaje, el dinero, los hijos, la venganza. Hay mujeres malísimas: la que insultaba al marido sordo poniéndose de espaldas a él para que no le leyese los labios. O la que puso los cuernos y cuando el marido le presenta el divorcio se saca de la manga una denuncia por malos tratos para aumentar su botín. Otras lo hacen por despecho, le intentan sacar hasta los ojos. Hay hombres y mujeres malísimos, y desde luego son el peor modelo.
Pero está escrito en el lenguaje de la naturaleza: en la variación, en la multiplicidad, en la diversidad, en la innovación está el progreso. Es posible que nos encontremos en la antesala de un cambio de roles en la sociedad entre hombres y mujeres, o por lo menos de una igualdad como hasta ahora no habíamos tenido nunca.
Tengo curiosidad por ver cuantas de las características que hoy en día tomamos como propias del “hombre” o de la “mujer” son realmente fruto de sus características físicas innatas o un producto de la posición que ocupan en la sociedad y la cultura en la que han sido educados. Feminizar un mundo típicamente masculinizado significa, simplemente, igualarlo. Igualdad, es que los roles asociados a lo femenino y lo masculino se difuminen para dar paso a valores asociados a las personas independientemente de su sexo. En el mundo no hay hombres o mujeres, sólo personas humanas. Somos seres duales. Todos llevamos dentro una parte psíquica del otro sexo, con la que tenemos que dialogar para entendernos por completo a nosotros mismos y al sexo opuesto. Sólo así descubriremos quienes somos de verdad. En el mundo del futuro todos seremos bisexuales. Siempre he pensado que despreciar a una persona homosexual es despreciarse a uno mismo. Pero también, a las personas con conductas homosexuales se les respetará más cuando se respeten a si mismos. Pienso que todavía hoy hay muchos homosexuales que no se aceptan a si mismos con normalidad y viven permanentemente bajo máscaras equívocas. Los armarios están llenos de gente sin valor que no se han atrevido a par el paso. Da igual como seas, pero en la vida hay que ser valiente y sincero, y no engordar la hipocresía. Dice Arturo Pérez Reverte en un artículo donde habla del amor gay que a veces piensa “en lo afortunado, o lo sólido, o lo entero, que debe de ser un homosexual que llega a los 40 sin odiar desaforadamente esta sociedad hipócrita, obsesionada por averiguar, juzgar y condenar con quién se mete, o no se mete, en la cama. Envidio la ecuanimidad, la sangre fría, de quién puede mantenerse sereno y seguir viviendo como si tal cosa, sin rencor, a lo suyo, en vez de echarse a la calle a volarle los huevos a la gente de por activa o por pasiva ha destrozado su vida y sigue destrozando la de chicos de 14 ó 15 años que a diario, todavía hoy, siguen teniéndolo igual que él lo tuvo: las mismas angustias, los mismos chistes de maricones en la tele, el mismo desprecio alrededor, la misma soledad y la misma amargura. Envidio la lucidez y la calma de quienes, a pesar de todo, se mantienen fieles a sí mismos, sin estridencias pero también sin complejos, seres humanos por encima de todo. Tantos golpes y vejaciones sufridas sin haber cometido jamás delito alguno, tanta rechifla y tanta afrenta grosera infligida por gentuza, que no ya en lo intelectual, sino en lo puramente humano, se encuentra a un lugar abyecto, muy por debajo del suyo”. Que razón tiene.
Y al final… el final es de lo más Nacional Geographic; somos seres pansexuales, somos como los animales, si no es evidente es por nuestra cultura. Todas nuestras conductas tienen una motivación sexual.




viernes, septiembre 29, 2006

NOCHES DE EMBRUJO



Bar-cafe Noveccento, Sevilla

SANGRE Y ARENA

Estoy en contra de la violencia. Estoy en contra de todo tipo de violencia, y en los toros hay violencia. ¿Cuántas veces disfrazamos la violencia como espectáculo, cultura o arte? La violencia nunca es espectáculo. En todas las culturas ha habido un tiempo para las manifestaciones populares que pasado el mismo dejan de tener sentido. Los tiempos cambian. ¿Cuánto dinero mueven las corridas de toros? . Probablemente mucho. Esa es la respuesta. Es cierto, mientras las plazas tengan público habrá toreros en la arena. Penso pensé, que queríamos un mundo sin violencia en todos los sentidos. Quizás me equivoqué. Ya nadie rie cuando nos daba por lanzar cabras desde un campanario... Todo evoluciona, nada permanece. ¿Seremos capaces de imaginar una fiesta divertida sin sangre y sin muerte?. No se siente, no; la violencia duele no divierte.

GALERÍA FOTOGRÁFICA: "Noches de embrujo"