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sábado, enero 12, 2008

SIN TI




Sin tí todo es desierto
páramo despoblado
yermo solitario
vacio

jueves, enero 10, 2008

FELICIDAD EN UN BASURERO


Felicidad en un basurero. Esta foto del alemán Hartmun Schawarzbacque ha ganado el tercer lugar en el concurso de la Foto del Año De Unicef. En ella aparece una niña, Annalyn, riendo mientras salta en un viejo sillón en un basurero de Manila.

miércoles, enero 02, 2008

ANDY WARHOL



"I THINK EVERYBODY SHOULD LIKE EVERYBODY"

martes, enero 01, 2008

EL LABERINTO DE LA SOLEDAD


Aunque nacemos y morimos solos, vivimos acompañados. Será porque entre la vida y la muerte la soledad es tan grande que necesitamos compartir la vida para olvidarlo. La verdad es que quién no sabe nada de la soledad no sabe nada de la vida. Es el instinto y la necesidad de gregarismo y de supervivencia lo que nos impulsa a buscar compañía. La mayoría de nosotros sin pareja, familia, amigos y otras formas de agrupamiento nos sentimos desconcertados y aislados.
El ser humano se grupal, es sociable por naturaleza, y una red de amigos con la que compartir aficiones, preocupaciones y anhelos es un cimiento dificilmente sustituible para asentar una vida feliz. Además somos seres sociales que necesitamos de los demás para hacernos a nosotros mismos, y no sólo para cubrir nuestras necesidades de afecto y desarrollo personal: nuestra autoestima, por ejemplo, se genera cada día en la interrelación con las personas que nos rodean. Pero nuestra civilización, con sus estructuras y sus hábitos sociales, frena muchas veces el empeño de hacer y mantener amistades convirtiéndolo en una meta dificil. La de quien apenas habla más que con su familia, sus compañeros de trabajo y sus vecinos es una soledad muy común en este mundo nuestro.
Veamos las estadisticad: el 26% de los americanos se califica de solitarios crónicos. el 54% de los francese afirma haber sufrido la soledad alguna vez. el 30% de los españoles dice sentirse solo con frecuencia, el 40% confiesa no tener ningún amigo íntimo y el 20% declara haber tenido problemas de depresión. Ni los millones de teléfonos celulares o móviles ni el Chat, ni el Messenger, ni las videoconferencias, ni la facilidad para los viajes llenan el hueco interior que crece en miles de occidentales. En España, el 19,5% de las personas mayores de 65 años viven solas, mientras que en la Unión Europea la situación se agrava ya que el 30,2% de los ancianos no cuenta con nadie. La realidad es que dentro de unos años muchas más personas se encontrarán solas en su vejez. No obstante, no sólo los adultos se sienten solos, también población más joven (que hace uso compulsivo de Internet), teniendo en cuenta que, por ejemplo, el número de personas que viven solas se ha tripicado en España en los últimos años. Y entre los más solos y desprotegidos los inmigrantes.
El ser humano ha creado una sociedad de multitudes pero en la que curiosamente, se siente solo. Y envejecer sin nadie a tu lado es uno de los mayores miedos de cualquier persona, y quizás una de las peores condenas que puede sufrir alguien. En el trasfondo de las relaciones humanas esta la soledad, el miedo a estar solo, a sentirse solo y a no ser importante para nadie.
Dice Nieves García en un artículo publicado en el Norte que autonomía, individualismo, independencia, libertad sin trabas..., son algunos de los slogans que deleitan a la humanidad del tercer milenio, presentándose como conquistas que aseguran a quien las posea la felicidad. Pero, al final, la soledad es el botín que se ha conquistado después de romper lazos (independencia), de elegir antes mi interés que el ajeno (individualismo), y de ser yo mi propia norma (autonomía). Y que cuando el "yo" se agiganta, el corazón se vacía de "otros", y si no hay "otros", por rodeado que esté de gente el ser humano estará solo. Propone pues, cambiar los ingredientes que nos proponen. En lugar de individualismo feroz poner solidaridad; sustituir la autonomía por la donación desinteresada, y orientar la libertad al servicio del bien del otro, puesto que la soledad muere cuando nace el amor. Nada llena más el corazón del ser humano que descubrir que por mí, otro piensa, vive, actúa y elige. Mi existencia tiene sentido, la indiferencia queda en el olvido. Sentirse amado, sencillamente por ser yo; no por lo que hago, ni por mi dinero, ni por ningún otro interés. Ser amado por ser uno mismo.
Dar sin pedir, un estilo de vida que hay que recuperar para nuestra sociedad. Este mundo es muchas veces cruel, materialista y vulgar, pero no todo está perdido. Existe una soledad que conlleva pérdida de contacto con los semejantes, aislamiento, inmersión en un mundo solipsista que la persona se crea con la equivocada esperanza de lograr una existencia sin sobresaltos, es lo que clinicamente se conoce como soledad patológica, pero la soledad es una moneda de dos caras y existe otro tipo de soledad muy distinta, la soledad creativa, que es la posibilidad que tenemos de explorar lo más profundo que nos habita, para desde allí volver renovados, donde el gusto por la vida se hace más apreciable. De esa soledad se enriquece uno, se aprende, se disfruta, se vive. Es producto de hablarnos e intimar con nosotros mismos, pensar, visualizar, crear, meditar. La soledad no es siempre indeseada, traumática, ni permanente. No obstante quien sabe salir del dolor está preparado para disfrutar la plenitud en momentos venideros.
Podemos mutar la soledad en momento de reflexión, de conocernos a fondo y de encontrarnos sinceramente con nuestra propia identidad. Hay un tiempo para comunicarnos con los demás y otro que necesita de la soledad. La soledad siempre estará presente, de hecho es parte del fin. Decía Pirandello que el hombre moderno se enfrenta fundamentalmente a dos males: la soledad y la locura. La soledad es la epidemia del siglo XXI.